Andy- Una boda por contrato

-¡Andy Murray!

El joven rubio se levantó nervioso. Hoy le comunicaban si entraba o no en el equipo olímpico. Tenía muchas posibilidades. En realidad, estaba seguro que entraría porque las marcas del último año eran de lo mejor. Incluso había conseguido un récord de Australia en triatlon. Todos los compañeros de equipo lo daban por hecho, incluso su padre  le había organizado una supuesta «fiesta sorpresa».

Entró en el despacho del entrenador. Desde que había llegado, hacía dos años, le había puesto difícil la cosa, pero ante las aptitudes innatas del chaval, no le había quedado otra que aceptarlo.

El hombre movía unos papeles mientras Andy estaba de pie, mirándolo. Las manos le sudaban dentro de los bolsillos de sus vaqueros. Por fin, habló.

-MIra, Andy, Seamos claros. No te has recuperado del todo de tu lesión.

-Entrenador, ¡estoy bien!

-Necesitamos a alguien que sepamos seguro que no va a fallar. Y tú…

-Pero no lo entiendo, ¿qué quieres decir?

-Que no vas a ir a las olimpiadas. Y punto

Andy se quedó de piedra. No pudo ni articular una sola palabra. Se giró y se marchó del despacho. ¡Todo! ¡Todo por lo que había trabajado! Tantos años entrenando, dejándose la piel, abandonando su trabajo en la granja, dejando de ayudar a sus padres…. tenía ganas de pegar un puñetazo, de llorar, de gritar… salió corriendo sin hablar con nadie.

Subió en su moto y aceleró hacia la montaña. No podía volver a la granja, no podía decirles a sus padres que todo su sacrificio, sus campus de entrenamiento, sus días de duro trabajo… todo ello para nada. El entrenador había acabado con su vida profesional.

Bajó de la moto tirándola en el ribazo, se internó entre los árboles, golpeando las ramas.

-¿Por qué? -gritó- ¡Por qué!!!!!!!!!!

Se sentó en un árbol con las manos arañadas en su rostro. Los pájaros volvieron a cantar tras olvidar los gritos del joven. Comenzó a calmarse, a respirar tal y como le había enseñado su madre. Se centró en los sonidos, en los olores y la paz volvió a su corazón.

De repente, una idea llegó a su mente. Hace poco había visto una película de Sandra Bullock en la que para conservar su nacionalidad, se casaba con su empleado. Tal vez… quizá…

Se levantó decido. Lo haría.

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¡Gracias!

 

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